Me llevo los días que viviste conmigo. Me llevo el rostro en el que tu alegría se reflejo cuando me mirabas a los ojos y me decías: te quiero. Me llevo el testimonio de tu historia cuando estuve contigo. Éramos dos que conocíamos una historia creada por los dos. Ahora será difícil creer que sí existe en tu vida. Me llevo la libreta de poemas que hice cuando dormías mientras te admiraba en silencio. También me llevo esta noche de despedida porque no quedarás recordarla. Y las últimas palabras que no te diré me las llevo porque podrías repasarlas una y otra vez en tus horas de insomnio.