El ego nos mantiene dormidos. Nos viste todos los días de víctimas. Le pone la mano en la boca al amor y le corta las piernas a la humildad. Sin embargo, es ese maestro que a traves del dolor, nos enseña a ser mejores personas si estamos dispuestos a ceptar y mirar con ojos más blandos la vida.
Te invito a que trates de transformar al ego en tu mejor inquilino.