El amor verdadero no reacciona con enojo o frustración, sino que cultiva la calma y la paciencia. La irritabilidad suele ser un reflejo de necesidades internas no resueltas, y al trabajar en nuestro bienestar emocional, físico y espiritual, podemos construir relaciones más fuertes y amorosas. Practicar el autocontrol y responder con comprensión crea un ambiente de confianza y seguridad mutua.