El pequeño cactus nació en el desierto bajo el signo de la calma.
Calma para crecer y alcanzar la madurez, que diez años le cuesta; calma para ejercer sus notables efectos en el ser humano que lo ingiere; calma para retirarse de la mente afectada, tras enseñarle una forma distinta de percibir la realidad.
Hace más de 5000 años que los humanos entablamos una conversación con el peyote; hasta hace 500, todos lo creíamos perfectamente capaz de responder, pues así se concibe en el mundo indígena que lo conocía. Divinidad, ancestro, canal de comunicación con los dioses, revelador de verdades ocultas: el más sagrado entre todos los cactus que crecen en el desierto de Chihuahua.
Entonces llegamos los europeos cual elefante en una cacharrería, sin imaginar que, por mucho que lo prohibiésemos y persiguiésemos, sería el peyote quien acabaría rompiendo nuestros modelos anticuados de cómo es el mundo, y las plantas, y el ser humano.
Si te animas a emprender el viaje que entretejen sus historias, aviso que quizás te haga ver (jejeje) las cosas de otra forma…
+ Episodios previos dedicados a plantas psicoactivas, son:
Nº 19 (toé, Brugmansia sp.)
Nº 74 (mandrágora, Mandragora spp.)
Nº 75 (beleños, Hyoscyamus spp.)
Nº 76 (hipérico, Hypericum perforatum)
Nº 79 (cornezuelo del centeno, Claviceps purpurea)
Nº 85 (daturas, Datura sp.)
Nº 86 (adormidera, Papaver somniferum)
Nº 91 (acebos cafeínicos: yerba mate y casina, Ilex paraguariensis e I. vomitoria)
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Música compuesta &interpretada por Cristina Llabrés y Evaristo Pons.
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