Durante los años que duró la primera guerra mundial, en Europa el cine cayó en un letargo, excepto en Alemania, que hizo un gran esfuerzo creando más de 900 cines de campaña para sus tropas, pero era cine propagandístico, dejando muy poco espacio para el desarrollo de una industria cinematográfica civil

Como consecuencia, los estadounidenses casi monopolizaron la oferta cinematográfica mundial y una vez que terminó la carnicería humana, el 90 % de las películas proyectadas en África, Asia y Europa provenían de Estados Unidos.

Y el cine creció influenciando en la sociedad, por ejemplo, en los años 20, un miembro de la Cámara de los Lores de Inglaterra se quejaba de que las fábricas británicas debían alterar sus modelos de zapatos porque los clientes los querían como los de los actores de Hollywood y un periódico escribía en 1925 que “el sol, al parecer, nunca se pone en el Imperio británico ni en la industria cinematográfica de los Estados Unidos”.