Nuestro Señor Jesucristo es capaz de multiplicar todo lo que ponemos en sus manos, simplemente ese todo debe estar impregnado de un corazón entregado a Él por completo
Nuestro Señor Jesucristo es capaz de multiplicar todo lo que ponemos en sus manos, simplemente ese todo debe estar impregnado de un corazón entregado a Él por completo