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Búsqueda de una Síntesis
Frente al modalismo, teólogos como Tertuliano y Orígenes refinaron la doctrina del Logos.
Tertuliano (c. 213 d.C.) acuñó el vocabulario que definiría el debate occidental: fue el primero en usar Trinitas (Trinidad) y en formular "una sustancia, tres personas" (una substantia, tres personae). Sin embargo, su trinidad era jerárquica y económica, no ontológica y eterna. El Padre era la totalidad de la sustancia divina; el Hijo, una "derivación y porción del todo", engendrado en un momento antes de la creación. Su sistema seguía siendo profundamente subordinacionista.
En Oriente, Orígenes de Alejandría abordó la temporalidad del Hijo. Propuso la doctrina de la "generación eterna": el Hijo es engendrado por el Padre desde la eternidad, en un acto continuo y atemporal, como la luz del sol. Esto estableció la co-eternidad del Hijo, un paso crucial. Pero su sistema también era subordinacionista: el Padre era "el Dios" (ho theos), la fuente, y el Hijo un "segundo Dios" (deuteros theos), con divinidad derivada. Orígenes aplicó hypostasis a las tres personas, pero las concibió en jerarquía de ser.
El siglo III fue un "campo de batalla" entre el Modalismo (priorizando la unidad y plena deidad de Jesús), y el Trinitarismo Primitivo (priorizando la racionalidad y distinción de "personas"). Nicea forzaría una síntesis, tomando la afirmación central del modalismo (plena deidad de Cristo) y insertándola en la estructura de "personas" distintas.
La controversia arriana estalló en Alejandría, centro de cultura helenística. La teología de Orígenes, con su "generación eterna" y subordinación del Hijo, fue el terreno fértil. El obispo Alejandro enfatizaba la unidad del Hijo, mientras que el presbítero Arrio radicalizó la doctrina de la subordinación.
Arrio se veía como defensor del monoteísmo estricto. Su sistema era una conclusión lógica del subordinacionismo desde los Apologistas:
El arrianismo ofrecía una solución "lógica y racional" al problema teológico, preservando el monoteísmo absoluto del Padre y explicando a Cristo de una manera sencilla, lo que explica su "rápida y amplia difusión".
El diácono Atanasio lideró la oposición a Arrio, viendo en el debate el corazón de la salvación.
Atanasio cambió las reglas del juego: la pregunta crucial era "¿Qué clase de ser debe ser Cristo para que la humanidad sea verdaderamente salvada?". El arrianismo fue derrotado no por ser ilógico, sino por ser "soteriológicamente deficiente".
By SEMBRANDO CON FE Y ESPERANZABúsqueda de una Síntesis
Frente al modalismo, teólogos como Tertuliano y Orígenes refinaron la doctrina del Logos.
Tertuliano (c. 213 d.C.) acuñó el vocabulario que definiría el debate occidental: fue el primero en usar Trinitas (Trinidad) y en formular "una sustancia, tres personas" (una substantia, tres personae). Sin embargo, su trinidad era jerárquica y económica, no ontológica y eterna. El Padre era la totalidad de la sustancia divina; el Hijo, una "derivación y porción del todo", engendrado en un momento antes de la creación. Su sistema seguía siendo profundamente subordinacionista.
En Oriente, Orígenes de Alejandría abordó la temporalidad del Hijo. Propuso la doctrina de la "generación eterna": el Hijo es engendrado por el Padre desde la eternidad, en un acto continuo y atemporal, como la luz del sol. Esto estableció la co-eternidad del Hijo, un paso crucial. Pero su sistema también era subordinacionista: el Padre era "el Dios" (ho theos), la fuente, y el Hijo un "segundo Dios" (deuteros theos), con divinidad derivada. Orígenes aplicó hypostasis a las tres personas, pero las concibió en jerarquía de ser.
El siglo III fue un "campo de batalla" entre el Modalismo (priorizando la unidad y plena deidad de Jesús), y el Trinitarismo Primitivo (priorizando la racionalidad y distinción de "personas"). Nicea forzaría una síntesis, tomando la afirmación central del modalismo (plena deidad de Cristo) y insertándola en la estructura de "personas" distintas.
La controversia arriana estalló en Alejandría, centro de cultura helenística. La teología de Orígenes, con su "generación eterna" y subordinación del Hijo, fue el terreno fértil. El obispo Alejandro enfatizaba la unidad del Hijo, mientras que el presbítero Arrio radicalizó la doctrina de la subordinación.
Arrio se veía como defensor del monoteísmo estricto. Su sistema era una conclusión lógica del subordinacionismo desde los Apologistas:
El arrianismo ofrecía una solución "lógica y racional" al problema teológico, preservando el monoteísmo absoluto del Padre y explicando a Cristo de una manera sencilla, lo que explica su "rápida y amplia difusión".
El diácono Atanasio lideró la oposición a Arrio, viendo en el debate el corazón de la salvación.
Atanasio cambió las reglas del juego: la pregunta crucial era "¿Qué clase de ser debe ser Cristo para que la humanidad sea verdaderamente salvada?". El arrianismo fue derrotado no por ser ilógico, sino por ser "soteriológicamente deficiente".