Factores como ronquidos, insomnio o diferentes horarios de sueño pueden perturbar el descanso compartido. Históricamente, dormir en camas separadas ha sido una práctica común en diversas culturas y épocas. Expertos sugieren que esta separación nocturna puede reducir tensiones y mejorar la dinámica de pareja, siempre que se mantenga una comunicación abierta y se personalicen los espacios de descanso para satisfacer las necesidades individuales.