El Señor Jesucristo no nos dejó solos, nos envió el más rico don que hombre alguno pudiera tener, el Espíritu Santo.
Como una persona Él es sensible, atento, inteligente y tiene voluntad, nos dirige y comunica los bienes que el Señor Jesucristo ganó por su sacrificio para todo redimido en su sangre.
No contristemos a Su espíritu. Nos ama profundamente.