Es en la práctica consciente de permanecer plenamente consciente donde descubrimos, gracias a la paz interior que se apertura, cómo la identificación con lo egoico es una variopinta agitación que utiliza los pensamientos para fabricar un escondite (el cuerpo) tras el que negar la realidad del ser en plenitud. Mas -el ser en plenitud-, permanece inmaculado allende todos los pensamientos separativos. Lo real, el Amor eterno e inefable, es; sin embargo, lo irreal, el miedo y la avidez, en su agitación, no es más que apariencia, ilusión, una proyectada nada aparentando algo.