Obtener el fruto del Espíritu es un proceso continuo: Algo en mí debe morir, para dar lugar a la naturaleza divina. En la medida en la que voy "muriendo" tendré mejores pensamientos, expresaré mejores palabras, realizaré mejores acciones y llegaré de este modo a ser más justo y santo. (2 Pedro 1:3-9)
Lo mismo ocurre con el amor, el gozo, la paz, la paciencia, y los otros frutos del Espíritu. Esto es un trabajo de por vida. Siempre hay más naturaleza divina por la cual trabajar. Necesitamos tener constantemente este anhelo y deseo ardiente en nuestros corazones, "¡Necesito obtener más de los frutos del Espíritu!" "¡Necesito estar lleno de la naturaleza divina!"