La primera virtud del fruto del Espíritu, que algunos consideran la fuente de la cual brotan las demás, es el amor, pero no la clase de amor que el mundo propone. El amor que produce la naturaleza humana en un mundo caído se basa en la apariencia física o en los méritos de la persona amada. Por el contrario, el tipo de amor que Dios nos muestra es el que no toma en cuenta los méritos o la falta de ellos. Siempre busca el bien del otro, sin importar lo que cueste.