Vemos que Dios no desea que sus hijos “beban leche” solamente, sino que aprendan a “comer carne”. La idea es que todo el que se contenta nada más que con los rudimentos de la fe es como el que solo “bebe leche”, mientras que aquel que procura robustecer su fe y profundizar en el conocimiento del Señor y de la vida cristiana es el que “come carne”.