Dios no llega antes ni después, siempre llega a tiempo. Cuando creemos que Dios no escucha nuestro llanto, el nos recuerda que siempre que ocupemos ayuda cuando nuestras fuerzas se han agotado, el ahí está en todo momento listo para rescatarnos.
Dios no llega antes ni después, siempre llega a tiempo. Cuando creemos que Dios no escucha nuestro llanto, el nos recuerda que siempre que ocupemos ayuda cuando nuestras fuerzas se han agotado, el ahí está en todo momento listo para rescatarnos.