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En este episodio estudiamos lo importante de ser buenos mayordomos y de usar lo que tenemos para el beneficio de nuestro Dios. Según las palabras de Jesús, debemos usar con inteligencia lo que tenemos en esta tierra para tener un lugar en las moradas eternas.
Dijo también a sus discípulos: «Había un hombre rico que tenía un mayordomo, y éste fue acusado ante él como derrochador de sus bienes. 2 Entonces lo llamó y le dijo: “¿Qué es esto que oigo acerca de ti? Da cuenta de tu mayordomía, porque ya no podrás más ser mayordomo.” 3 Entonces el mayordomo dijo para sí: “¿Qué haré?, porque mi amo me va a quitar la mayordomía. Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza. 4 Ya sé lo que haré para que, cuando se me quite la mayordomía, me reciban en sus casas.” 5 Y llamando a cada uno de los deudores de su amo, dijo al primero: “¿Cuánto debes a mi amo?” 6 Él dijo: “Cien barriles de aceite.” Le dijo: “Toma tu cuenta, siéntate pronto y escribe cincuenta.” 7 Después dijo a otro: “Y tú, ¿cuánto debes?” Éste contestó: “Cien medidas de trigo.” Él le dijo: “Toma tu cuenta y escribe ochenta.” 8 Y alabó el amo al mayordomo malo por haber actuado sagazmente, porque los hijos de este siglo son más sagaces en el trato con sus semejantes que los hijos de luz. 9 »Y yo os digo: Ganad amigos por medio de las riquezas injustas, para que cuando éstas falten, os reciban en las moradas eternas.
En este episodio estudiamos lo importante de ser buenos mayordomos y de usar lo que tenemos para el beneficio de nuestro Dios. Según las palabras de Jesús, debemos usar con inteligencia lo que tenemos en esta tierra para tener un lugar en las moradas eternas.
Dijo también a sus discípulos: «Había un hombre rico que tenía un mayordomo, y éste fue acusado ante él como derrochador de sus bienes. 2 Entonces lo llamó y le dijo: “¿Qué es esto que oigo acerca de ti? Da cuenta de tu mayordomía, porque ya no podrás más ser mayordomo.” 3 Entonces el mayordomo dijo para sí: “¿Qué haré?, porque mi amo me va a quitar la mayordomía. Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza. 4 Ya sé lo que haré para que, cuando se me quite la mayordomía, me reciban en sus casas.” 5 Y llamando a cada uno de los deudores de su amo, dijo al primero: “¿Cuánto debes a mi amo?” 6 Él dijo: “Cien barriles de aceite.” Le dijo: “Toma tu cuenta, siéntate pronto y escribe cincuenta.” 7 Después dijo a otro: “Y tú, ¿cuánto debes?” Éste contestó: “Cien medidas de trigo.” Él le dijo: “Toma tu cuenta y escribe ochenta.” 8 Y alabó el amo al mayordomo malo por haber actuado sagazmente, porque los hijos de este siglo son más sagaces en el trato con sus semejantes que los hijos de luz. 9 »Y yo os digo: Ganad amigos por medio de las riquezas injustas, para que cuando éstas falten, os reciban en las moradas eternas.