Hoy quiero hablarte de un hábito que muchos tenemos sin darnos cuenta y que, en vez de ayudarnos, nos termina dañando: la idealización. Idealizamos el amor, el éxito, el futuro, las personas, incluso el pasado. Nos convencemos de que cuando logremos algo, cuando estemos con alguien, cuando consigamos cierta meta, entonces todo será perfecto. Pero la realidad rara vez está a la altura de nuestras expectativas. Idealizar es peligroso porque nos impide ver las cosas como realmente son. Nos hace desear lo inalcanzable, nos hace sufrir por lo que no existe y nos hace sentir vacíos incluso cuando tenemos lo que alguna vez soñamos.