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El poder de la bendición - Dr. Richard Hays


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Números 22, Relata la historia de Balaam, un profeta pagano que fue llamado por Balac, el rey de Moab, para maldecir al pueblo de Israel mientras se dirigían a la Tierra Prometida. Aunque Balac quería que Balaam maldijera al pueblo de Dios, Balaam terminó bendiciéndolos en lugar de maldecirlos, ya que fue instruido por Dios para hacerlo.

El pueblo de Dios había salido de Egipto y se dirigía hacia la tierra que Dios les había prometido. Sin embargo, un enemigo sagaz intentó detenerlos. Este enemigo no solo estaba dispuesto a luchar con armas, sino que también invocar demonios. Contrató a alguien experto en sumergirse en las dimensiones de la maldad, la maldición y la invocación de principados y potestades. Su objetivo era utilizar estos poderes en contra del pueblo de Dios.

Cuando formas parte de la familia de Dios y comprendes verdaderamente quién eres, una dimensión especial se activa sobre ti, aunque a menudo no seas consciente de ello.

Un falso profeta se ubicó en una colina desde donde podía observar al pueblo de Dios y comenzó a maldecirlos para que

no pudieran prosperar, vencer, tropezaran, se enfermaran y todo les fuera mal.
Esta es la maldición que él deseaba imponer. Sin embargo, al comenzar a hacerlo, sin darse cuenta, una cobertura, como un paraguas, se encontraba sobre el pueblo de Dios.

Dios no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. El dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará? He aquí, he recibido orden de bendecir; El dio bendición, y no podré revocarla. Números 23:19-20

Esto es lo que se declaró: Dios no es un hombre, por lo tanto, nunca miente. Dios no es un ser humano, por lo tanto, no

cambia de parecer ni de opinión. ¿Acaso alguna vez ha hablado sin actuar o sin cumplir lo que ha prometido? Pero, en lugar de seguir el camino demoníaco, se ha conectado a la corriente de Dios. Como si Dios hubiera ajustado su circuito.

Esto es lo que profetiza: "He recibido una orden de bendecir y no solo he recibido la orden, Dios lo hizo. Ha bendecido a todos los que están en esta familia, a todos los que pertenecen a este pueblo. Todos han sido bendecidos y no voy a cambiar mi decisión. Dios no cambiará su opinión. Él decidió bendecirte por la obra de Jesucristo y te incluyó. Entonces, dijo: Dios ha bendecido y yo no puedo cambiarlo.

Aunque puedo invocar demonios y hacer muchas cosas negativas, no puedo cambiar lo que Dios ha decidido. Dios bendijo, y esa bendición se mantiene. No es que Dios vaya a bendecir, ya ha bendecido.

Ninguna desgracia o tragedia está en el plan de Dios para su pueblo. El pueblo de Dios sigue hablando: el Señor su Dios está con ellos y se ha puesto como su Rey. Él es su Dios y su Rey, y les sacó de la opresión.

La conclusión de esto es que ninguna maldición puede tocar al pueblo de Dios. Cristo no puede ser maldecido, y así ninguna maldición, magia o aguero puede ejercer poder contra el pueblo de Israel, contra el pueblo de Dios. Esta palabra es vigente al 100% sobre tu vida.

Ese falso profeta buscaba una manera de penetrar la protección, romper el techo, el paraguas de bendición y protección que estaba sobre ellos, pero no pudo. La única manera en que este paraguas falla es si decides salir de su cobertura. Si permaneces, la protección permanece vigente, y ninguna magia ni aguero tendrá poder sobre ti.

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