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El tabaco, un producto oriundo del Nuevo Mundo, llegaba a España en 1542, a Sevilla, puerto de entrada de todos los bienes de América, procedente de las islas de Cuba y de Santo Domingo. Su popularidad creció tan rápidamente que en la propia ciudad se construyeron fábricas dedicadas en exclusiva a su preparación. En aquel momento todavía no existía ninguna normativa o regulación específica en cuanto a su venta, pero su rápida expansión provocó que el Estado actuara para no perder su parte del pastel, por lo que, en 1636, las Cortes de Castilla y León creaban la Renta del Tabaco, una organización para la administración de los beneficios derivados de la fabricación y comercialización del tabaco, restringiendo su venta a las personas que reciben unos derechos específicos del rey. De esta manera, el tabaco se convertiría en una importante fuente de ingresos para la Corona en aquellos tiempos y para el Estado en años sucesivos, y nacían los estancos, los únicos establecimientos donde se podía comprar legalmente tabaco, provocando a su vez el comienzo del contrabando y la venta ilegal de este producto tan valioso. Por eso, en el siglo XVII, un monje benedictino creó una vasta red formada por religiosos, vecinos, criados y marineros que descargaban este valioso producto en las playas gallegas, convirtiéndose en el primer contrabandista de tabaco documentado de toda España, siglos antes de la legendaria Operación Nécora: fray Gregorio Balboa, el monje contrabandista.
By Iván Fernández AmilEl tabaco, un producto oriundo del Nuevo Mundo, llegaba a España en 1542, a Sevilla, puerto de entrada de todos los bienes de América, procedente de las islas de Cuba y de Santo Domingo. Su popularidad creció tan rápidamente que en la propia ciudad se construyeron fábricas dedicadas en exclusiva a su preparación. En aquel momento todavía no existía ninguna normativa o regulación específica en cuanto a su venta, pero su rápida expansión provocó que el Estado actuara para no perder su parte del pastel, por lo que, en 1636, las Cortes de Castilla y León creaban la Renta del Tabaco, una organización para la administración de los beneficios derivados de la fabricación y comercialización del tabaco, restringiendo su venta a las personas que reciben unos derechos específicos del rey. De esta manera, el tabaco se convertiría en una importante fuente de ingresos para la Corona en aquellos tiempos y para el Estado en años sucesivos, y nacían los estancos, los únicos establecimientos donde se podía comprar legalmente tabaco, provocando a su vez el comienzo del contrabando y la venta ilegal de este producto tan valioso. Por eso, en el siglo XVII, un monje benedictino creó una vasta red formada por religiosos, vecinos, criados y marineros que descargaban este valioso producto en las playas gallegas, convirtiéndose en el primer contrabandista de tabaco documentado de toda España, siglos antes de la legendaria Operación Nécora: fray Gregorio Balboa, el monje contrabandista.