Soy Keith Whitley y hoy hablaremos de la vida y obra de Nikola Tesla, que se sitúan en una encrucijada impresionante: donde la fuerza bruta y electrizante del rayo se encuentra con la asombrosa maravilla de la ciencia y la profunda pregunta del papel de Dios como Creador. La fascinación de Tesla por el rayo no era mera curiosidad científica; era un encuentro conmovedor con algo salvaje, indómito y milagroso. Para él, el rayo no era solo un peligro natural, sino un símbolo deslumbrante: una señal feroz y radiante de la energía oculta y el orden divino entretejidos en la creación.