Más allá de la Tierra y la Luna, en un lugar en el que las fuerzas gravitatorias nuestro planeta y satélite se alían con la del Sol para proporcionarle una posición estable a millón y medio de kilómetros de nosotros, se encuentra una de las obras más complejas y maravillosas jamás construidas por el ser humano: El telescopio espacial James Webb. Su enorme espejo segmentado, de seis metros y medio de diámetro, protegido de los rayos del Sol por un enorme escudo, está permanentemente mirando las profundidades del Cosmos, recogiendo la radiación que llega desde estrellas y galaxias; una radiación que conserva la información sobre el Universo en sus primeros momentos, sobre los grandes cúmulos de galaxias, las enormes nubes de gas y polvo que sirven de cuna a estrellas recién nacidas y los planetas que orbitan estrellas lejanos distintas al Sol. Cuatro instrumentos altamente sofisticados recogen y analizan esa radiación, uno de ellos recibe el nombre de NIRSpec, un espectrógrafo desarrollado por la ESA a cuyo equipo científico pertenece nuestro invitado, el investigador del CSIC en el Centro de Astrobiología, Santiago Arribas Mocoroa. Más información en https://cienciaes.com