Una vez somos hijos de Dios ( al aceptar a Cristo en nuestra vida) , somos constituidos “Embajadores del Cielo” y consigo esta designación trae consigo responsabilidades que debemos velar por su cumplimiento. Adoptemos las costumbres y forma de vida del cielo , ya que no somos de esta tierra sino del cielo en donde está nuestro Señor Jesús.