El mundo vive apesadumbrado por las tinieblas que el ego dice le harán brillar, en una suerte de contradictorios posicionamientos que en lugar de traer paz y dicha conllevan precisamente lo contrario. Dividiendo y exacerbando con imaginarias diferencias entre prójimos, supuestamente irreconciliables, que en un futuro podrán eliminarse con la derrota del contrario y que tan sólo perpetúan este doloroso y absurdo conflicto sine die. Mientras que, en la consciencia presente, en la paz de espíritu, vivenciamos lo esencial, aquello que somos todo el tiempo en el tiempo, y nos recuerda lo intemporal: el Amor. Ese luminoso conocer la Verdad (la Divina Unicidad), que trasciende felizmente cualquier transitoria diferencia en la luz inacabable del Amor... Bendiciéndonos, eternizándonos, plenificándos cual uno solo... Puro Ser.