Por más difícil que sea, como parte del Cuerpo de Cristo, aquellos que hemos creído en Dios tenemos el privilegio y la responsabilidad de dar a conocer a Dios en medio de las circunstancias que vivimos.
Dios no nos exigirá que hagamos algo que está más allá de nuestras fuerzas, o que vivamos de una manera sin proveernos todo lo que necesitamos para obedecerle. (1 Corintios 10:13; 2 Pedro 1: 3)