
Sign up to save your podcasts
Or


Tras la muerte del Papa Emérito Benedicto XVI el 31 de diciembre pasado una sombra gris, una tormenta, asoló a la Santa Sede. La muerte del Papa Emérito era una crónica anunciada. Venía enfermo, muy enfermo desde hace semanas y el mismo Papa Francisco pidió, en reiteradas ocasiones, orar por Benedicto. Luego de su sencillo funeral las voces de una minoría estridente y pretenciosa alzaron su voz. Lo suyo no fue en todo caso una jugada inocente: Benedicto XVI ya no estaba. Podían usarlo como coartada. ¡Qué triste!
By Padre Jonathan Marin, S.J.Tras la muerte del Papa Emérito Benedicto XVI el 31 de diciembre pasado una sombra gris, una tormenta, asoló a la Santa Sede. La muerte del Papa Emérito era una crónica anunciada. Venía enfermo, muy enfermo desde hace semanas y el mismo Papa Francisco pidió, en reiteradas ocasiones, orar por Benedicto. Luego de su sencillo funeral las voces de una minoría estridente y pretenciosa alzaron su voz. Lo suyo no fue en todo caso una jugada inocente: Benedicto XVI ya no estaba. Podían usarlo como coartada. ¡Qué triste!