Siempre que ponemos excusas o pretextos es porque queremos justificar errores o situaciones que salieron mal, ¿pero realmente son necesarios? Pretextear puede ser un hábito muy nocivo porque nos aleja de enfrentarnos a nosotros mismos para cambiar. El pretexto es parte del miedo a la consecuencia, pero para crecer hay que afrontar. Después del choro, ¿por qué lo hacemos? ¿y cómo lo podemos dejar de hacer? Porque tomar decisiones es parte irremediable de la vida.

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