Trabajó desde niño, pero de adulto terminó atrapado en un ciclo de deudas, pagando unas con otras. En el camino, personas clave le enseñaron que el sacrificio solo vale si hay orden. Al conocer a Cristo, su vida financiera fue transformada. Hoy vive con propósito y enseña a otros a alcanzar una verdadera libertad: la de tener tiempo para la familia, el trabajo… y para Dios.