Se dice que cuando Jesucristo murió después de ser crucificado, su cuerpo fue llevado a una caverna y envuelto en un sudario. La sangre que empapaba su rostro y cuerpo quedó impresa en la tela para pasar a la posteridad como prueba de los hechos bíblicos sobre Jesús de Nazaret.
Hosted on Acast. See acast.com/privacy for more information.