Elegir solo a Dios, como lo hizo el cardenal Van Thuan, implica una confianza radical en su presencia, incluso en medio de la adversidad. En su cautiverio, el cardenal descubrió que Dios era suficiente, transformando el dolor en oportunidad para amar y testimoniar. Esta elección nos desafía a desprendernos de lo pasajero y poner nuestro corazón en el único que nunca falla.