Hay momentos cuando es necesario gritar con toda nuestra voz, y remover toda pena en nuestros clamores ante Dios. Esto es lo que aprendemos de un hombre que necesitaba algo de Jesús, y con todas sus fuerzas, y sin pena alguno, recibió lo que andaba buscando. ¿Te da pena pedirle a Dios? ¡No tengas pena! Veamos porque, en este siguiente episodio de “Chispas de Sabiduría”.