Tu mejor habilidad puede convertirse en tu mayor debilidad. Si tú lo decides, claro.
¿Qué estás haciendo con los dones que te dio la vida? ¿Sabes todo lo extraordinarios que son o los ves tan naturales como respirar y seguir andando?
Presta atención a lo que haces y sientes. Porque también puedes conseguir que tu mayor oscuridad sea tu mejor virtud. Y regalarla luego, por supuesto.