He llegado a hacer ayunos de 66 horas.
Y cada día paso 22 horas sin comer. Los resultados son sorprendentes.
Me veo mejor al espejo: es obvio. Pero hay algo que he conseguido con mi energía que lo cambió todo.
Hace poco pasé una semana comiendo fatal: pizzas, hamburguesas, helados... Y te cuento cómo me sentí.
Si tienes dudas sobre la calidad del combustible que le pones a tu cuerpo, quédate. Prueba esto que te comparto.