Crecer duele porque implica renuncias. Exige que perdonemos cuando aún estamos resentidas. Crecer duele porque nos lleva a romper vÃnculos, a terminar con personas que no nos dejan avanzar.
Crecer duele porque nos hace responsables de nuestros actos. Nos enseña a aprender a concientizar cuándo nos equivocamos. A ofrecer disculpas.
Crecer duele, hermana, porque es la única forma de que salgamos de la zona de confort, de la inercia emocional y de la estática en los sentimientos que nos hace pensar y actuar como niñas, aunque peinemos (bastantes) canas.
Yo he pasado dolores, pero me siento y agradezco por verme inmensa después de cada golpe de la vida. Y tú, ¿estás lista para crecer?