Los abuelos siempre lo dicen: hay que aprender a ser paciente. "Hay una vida entera por delante", nos recuerdan cada vez que somos jóvenes y no entendemos de esperas.
Pero, ¿sirve para algo la paciencia? ¿O es la impaciencia la que tiene la última palabra?
¿Cuándo ayuda y cuándo estorba ser impaciente? ¿En qué hay que poner calma siempre y cuándo ni se puede mencionar la palabra?
Yo te digo para qué me ha servido ser impaciente. Y te recuerdo también cuándo escojo la paciencia.
Luego tú verás qué haces con cualquiera de los dos extremos.