Quizás lo más complejo del género cinematográfico gánster es la convivencia de la violencia desmedida con el elemento familiar, lo que contribuye a la humanización de los personajes. Eso provoca en el espectador cierto grado de simpatía que, en ocasiones, origina que se confunda villanía con heroicidad. A fin de cuentas, los malos no dejan de ser hijos o hermanos de otros.