Junto a Luis Echaniz, escritor y profesor argentino comenzamos esta suerte de viaje a través de "El Silmarillion", de una forma explicativa, pausada aunque no cayendo en demasiadas especificidades. Tomemos en cuenta cuántos y cuántas han caído antes de siquiera comenzar esta obra, así como también en medio de ella.
Estos episodios vienen a ser una vía para poder motivar y traer de vuelta esta lectura.
Podría decirse, en cierto sentido, que lo fantástico ha existido desde que la humanidad trató de dar sentido al mundo a partir de los mitos, las leyendas y los otros tipos de relatos que fueron conformando la tradición oral de las distintas culturas y desde los cuales se empezó a configurar el mundo.
Siguiendo esta idea, las criaturas consideradas fantásticas y las historias
en las que estas tenían un papel conformaban lo fantástico y podrían ser entendidas como tal, puesto que presentan personajes que no son humanos o que no podemos encontrar en la realidad. Sin embargo, asumir este planteamiento presenta dos peligros: el primero, no tomar en consideración que para los grupos humanos en los que estas historias surgían (y esto se
puede extender incluso hasta la Edad Media y las obras que surgen en ella, como las del ciclo artúrico, las narraciones hagiográficas, los mitos de las culturas germanas y celtas, etc.) estas, en muchos casos, no eran entendidas como fantásticas y, aún más importante, no se les comprendía como algo que no guarda relación con la realidad, punto de vista que tiende apredominar en la actualidad cuando se toca el tema de la fantasía.
"La Fantasía es una actividad connatural al hombre. Claro está que no destruye ni ofende a la Razón. Y tampoco inhibe nuestra búsqueda ni empaña nuestra percepción de las verdades científicas. Al contrario, cuanto más aguda y más clara sea la razón, más cerca se encontrará
de la Fantasía."
(Árbol y Hoja y el Poema Mitopoeia 69)
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