Hay heridas que no sangran, pero huelen a hierro, a oro, a mercurio. El cuerpo y la mente hablan en idioma metálico: el hierro de la rabia, el oro de la exigencia, el mercurio de la ansiedad. Y, sin embargo, esos mismos metales también sostienen: son fuerza, centro y chispa creativa. Este episodio explora cómo reconocer el olor de nuestras cicatrices cotidianas, sin miedo, para convertirlas en recurso.