Vivimos endeudados… pero no con el banco, sino con nosotros mismos.
El ruido mental, social y digital nos cobra intereses diarios: atención dispersa, ansiedad disfrazada de productividad y cero paz interior. En este episodio hablamos de la economía del silencio —esa capacidad perdida de quedarnos quietos, de no tener opinión, de escuchar sin planear la respuesta.
No se trata de volverte monje tibetano (aunque tentador suena). Se trata de aprender a apagar el ruido sin sentir culpa.
Porque el silencio no es vacío: es el lugar donde se ajustan las piezas.