Generalmente nos quedamos cortos en apreciar la magnitud de lo que conmemoramos como cristianos. Seamos muy piadosos o no lo seamos, nos quedamos cortos. Su infinita gracia es inmerecida, solo nos queda valorarla, aceptarla, vivirla y compartirla.
Generalmente nos quedamos cortos en apreciar la magnitud de lo que conmemoramos como cristianos. Seamos muy piadosos o no lo seamos, nos quedamos cortos. Su infinita gracia es inmerecida, solo nos queda valorarla, aceptarla, vivirla y compartirla.