Luisa de Valliiére tenía apenas 16 años cuando el buen mozo rey Luis XIV se enamoró de ella. Sin embargo, la adolescente sólo sentía sentimientos de culpa porque el rey se había fijado en ella, y por eso ingresó al convento. Para hacerle la corte, el rey la mandó a sacar de allí en dos oportunidades, hasta que llegó su nueva favorita, la Montespan, y Luisa volvió a donde las hermanas Carmelitas.