La mente vive constantemente entre el pasado y el futuro, generando una profunda insatisfacción y la sensación de que lo que estás viviendo ahora no es adecuado. Comparas cada momento con experiencias pasadas y sientes que siempre hay algo mejor esperándote.
Esta dinámica se intensifica cuando lo que estamos viviendo resulta desagradable o no deseado. En esas situaciones, solemos adoptar una de tres actitudes: huir, intentar cambiar la situación, o quedarnos paralizados, quejándonos.