Este pasaje evangélico, tomado de San Lucas, presenta una enseñanza urgente de Jesús sobre la salvación a través de la metáfora de la "puerta angosta". Alguien le pregunta a Jesús si son pocos los que se salvan, a lo que Él responde con una exhortación a "esforzarse por entrar" en lugar de especular sobre números. La reflexión explica que la puerta angosta simboliza el camino del amor auténtico y el sacrificio, que requiere despojarse del orgullo y el egoísmo, en contraste con la puerta ancha del conformismo mundano. El texto enfatiza que la salvación no se basa en el mero conocimiento o el cumplimiento de ritos, sino en una relación transformadora donde Cristo reconoce al creyente por sus obras de justicia, advirtiendo que muchos que se consideran "primeros" podrían ser excluidos del Banquete del Reino en favor de los "últimos".