Éxodo 39: Tu nombre grabado en la presencia de Dios.
Éxodo 39:1-14
Hicieron las vestiduras tejidas de material azul, de púrpura y de carmesí, para servir en el santuario. Hicieron las vestiduras sagradas para Aarón, como el SEÑOR había mandado a Moisés. Hicieron el efod de oro, de material azul, de púrpura, de carmesí y de lino torcido. Extendieron láminas de oro e hicieron hilos para tejerlos junto con el material azul, la púrpura, el carmesí y el lino, obra de fina artesanía. Le hicieron hombreras que se juntaban sobre él en sus dos extremos, para poderse unir. Su ceñidor para ajustar el efod, el cual está sobre este, era de la misma hechura y de los mismos materiales: oro, azul, púrpura, carmesí y lino torcido, como el SEÑOR había mandado a Moisés. Labraron las piedras de ónice con engastes de oro alrededor. Fueron grabadas con grabadura de sello, con los nombres de los hijos de Israel. Y las pusieron sobre las hombreras del efod, como piedras para recordar a los hijos de Israel, como el SEÑOR había mandado a Moisés.
Hicieron también el pectoral, obra de fina artesanía como la hechura del efod: de oro, de material azul, de púrpura, de carmesí y de lino torcido. Era cuadrado y plegado; hicieron el pectoral de veintidós centímetros de largo y de veintidós centímetros de ancho, plegado. Engastaron en él cuatro hileras de piedras: La primera hilera tenía un rubí, un topacio y un berilo. La segunda hilera tenía una turquesa, un zafiro y un diamante. La tercera hilera tenía un jacinto, un ágata y una amatista. La cuarta hilera tenía un crisólito, un ónice y un jaspe. Estas piedras estaban montadas en engastes de oro. Estas piedras correspondían a los nombres de los hijos de Israel; eran doce como sus nombres. Correspondían a las doce tribus, como grabaduras de sello, cada una con su nombre.
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Este capítulo es el último que registra la elaboración de los elementos sagrados. Aquí vemos en detalle la hechura de las vestiduras de los sacerdotes. Lo especial es ver cómo los sacerdotes se presentaban delante de Dios y llevaban los nombres de cada tribu de Israel en dos piedrecillas sobre sus hombros. Además, tenían un pectoral donde estaban incrustadas 12 piedras preciosas que simbolizan a cada una de las tribus.
Esto es muy significativo, el que Dios tenga una representación de Su pueblo constantemente en el pecho del sacerdote para que interceda por el pueblo continuamente, y que los represente con piedras preciosas. Esta es la forma en que Dios ve a Sus hijos: como joyas preciosas por su belleza y su valor.
Más adelante, cuando el pueblo iba a ser castigado y llevado en cautiverio, Dios prometió a Su pueblo que nunca se iba a olvidar de ellos aunque estuvieran sufriendo las consecuencias de sus pecados, pues Dios dijo que los llevaba marcados en sus manos.
Isaías 49:15-17 dice: “¿Acaso se olvidará la mujer de su bebé, y dejará de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque ellas se olviden, yo no me olvidaré de ti. He aquí que en las palmas de mis manos te tengo grabada; tus murallas están siempre delante de mí. Tus edificadores vendrán aprisa, y tus destructores y desoladores se irán de ti.”
¡Qué lindo es el Señor!
Y de la misma manera que Dios tenía a Jerusalén grabado en Sus manos, también simboliza la forma en que Dios nos lleva a nosotros, los que somos de diferentes razas y naciones.
El Señor Jesucristo es nuestro Sacerdote; y al entrar al cielo después de haber resucitado, cada uno de nosotros estamos en la mente de Dios, representado en cada una de las marcas que Jesucristo recibió al ser crucificado.
Es por eso que cuando Cristo resucitó de entre los muertos, Tomás pudo ver y tocar esas heridas. No te has preguntado ¿por qué Dios no removió esas marcas de Su cuerpo? La respuesta es porque ¡esa es la señal del pago que Dios tuvo que pagar por nuestra libertad!
¡Esas marcas de Sus heridas somos...