Palabra de Dios: “Si el Señor no construye la casa, el trabajo de los constructores es una pérdida de tiempo. Si el Señor no protege la ciudad, protegerla con guardias no sirve para nada. Es inútil que te esfuerces tanto, desde temprano en la mañana hasta tarde en la noche, y te preocupes por conseguir alimento; porque Dios da descanso a sus amados.

Los hijos son un regalo del Señor; son una recompensa de su parte. Los hijos que le nacen a un hombre joven son como flechas en manos de un guerrero. ¡Qué feliz es el hombre que tiene su aljaba llena de ellos!” Salmos 127:1-5. NTV

“Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo. Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia, porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia. Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido.” Efesios 5:22-33

Perlas: La bendición de tener una familia. Son muchísimos los versículos que nos instruyen a amar y cuidar nuestra familia. Los hijos son la herencia preciada que el Señor nos ha dado. Ellos son las flechas y los padres son los arqueros que deben lanzarlos hacia su destino: Con amor, con sabiduría, con mucha oración, con disciplina, y sobretodo, siendo coherentes entre lo que quieren enseñarle a los hijos y lo que se vive dentro de las cuatro paredes. Los padres son los representantes del amor de Dios en la vida de los hijos. El amor y la aceptación materna y paterna, o la ausencia de estos (es decir, rechazo) será lo que más impactará la vida de los hijos para siempre. La única manera de amar a los hijos como ellos necesitan ser amados (con un amor sin condiciones) es recibiendo ese amor de Dios y entregándoselo a ellos. No hay otra manera, es a través de una relación genuina con Dios, Aquel que es Amor, una fuente inagotable de amor, de vida, de sabiduría y de fortaleza.

Los hijos también serán impactados por el amor entre sus padres. El amor entre los esposos. La Biblia habla también ampliamente acerca del matrimonio, del amor y del respeto que deben ser el fundamento, no solo del matrimonio, sino de la familia. 

El mayor reto que Dios coloca frente al esposo es que AME a su esposa de la misma manera como Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella. Y el gran reto que coloca frente a la esposa es que RESPETE a su marido. Con estas instrucciones, Dios nos está enseñando claramente que la principal necesidad de la esposa es sentirse amada, y la principal necesidad del esposo es sentirse respetado. La esposa se sentirá valorada y respetada si se siente amada por su esposo. Y el esposo se sentirá amado si su esposa lo respeta y admira.

No son retos sencillos, son elevados y Dios lo sabe. No podemos en nuestra humanidad vivir de esta manera, por lo menos no por muchos días. El amor humano es muy frágil y es condicional. Solo el Amor de Dios dura para siempre, nunca cambia, nunca deja de ser, no depende del otro. 

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