Marcos 5:21 Cuando Jesús hubo cruzado de nuevo en la barca a la otra orilla, se congregó alrededor de él una gran multitud. Y él estaba junto al mar. 22 Y vino uno de los principales de la sinagoga, llamado Jairo. Cuando lo vio, se postró a sus pies 23 y le imploró mucho diciendo: —Mi hijita está agonizando. ¡Ven! Pon las manos sobre ella para que sea salva y viva.
24 Jesús fue con él. Y lo seguía una gran multitud, y lo apretujaban.
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35 Mientras él aún hablaba, vinieron de la casa del principal de la sinagoga diciendo: —Tu hija ha muerto. ¿Para qué molestas más al Maestro?
36 Pero Jesús, sin hacer caso a esta palabra que se decía, dijo al principal de la sinagoga: —No temas; solo cree.
37 Y no permitió que nadie lo acompañara, sino Pedro, Jacobo y Juan, el hermano de Jacobo. 38 Llegaron a la casa del principal de la sinagoga, y él vio el alboroto y a los que lloraban y lamentaban mucho. 39 Y al entrar les dijo: —¿Por qué hacen alboroto y lloran? La niña no ha muerto sino que duerme.
40 Ellos se burlaban de él. Pero él los sacó a todos, y tomó al padre y a la madre de la niña y a los que estaban con él, y entró a donde estaba la niña. 41 Tomó la mano de la niña y le dijo: —Talita, cumi (que traducido es: Niña, a ti te digo, levántate).
42 Y en seguida la niña se levantó y andaba, pues tenía doce años. Y quedaron atónitos. 43 Él les mandó estrictamente que nadie lo supiera y ordenó que le dieran a ella de comer.

En este capítulo vemos dos milagros que se hicieron gracias al importuno de los que recibieron el milagro. Se atrevieron a molestar a Jesús, y esto lo notaron muchos de los amigos y los que rodeaban a Jesús.
El primer atrevido fue Jairo, un líder religioso reconocido en el pueblo que tenía a su hija enferma y le rogó al Señor que la sanara.
En el camino apareció una mujer atrevida que, sin permiso, tocó el manto del Señor pero lo hizo con fe y fue sana.
En ese momento, llegaron personas de la casa de Jairo a darle la mala noticia que la niña había muerto y que no molestara más al Señor. Yo creo que la desesperación de Jairo mezclada con fe, sabiendo que Jesús podía hacer más milagros y al ver cómo Dios sanó, delante de sus ojos, a esta mujer con una enfermedad incurable, reforzó la fe y la esperanza de Jairo. Es tan importante mantener la fe y no escuchar a los demás. Hasta el Señor sacó a los de la casa y no permitió que entrara nadie de la multitud porque estaban llenos de incredulidad. Humanamente vieron a la niña dar su último suspiro pero Jesús tenía un plan. El Señor veía a la niña como que dormía pero los demás la veían muerta.

Muchas veces cuando tengas una necesidad y la presente delante de Dios, muchos van a dudar de ti y se van a burlar porque la fe de ellos es corta. Tienes que creer que el Señor va a sanar tu cuerpo, tienes que creer que el Señor va a cambiar el corazón de tu hijo(a) y lo(a) va a moldear.
No pierdas la fe en que Dios traiga a tus padres a los pies del Señor y que servirán al Señor de corazón.
Nunca pierdas la fe, así tengas que buscar un grupo pequeño que te acompañe en tu lucha espiritual. Así que tienes que alejarte de personas que lo único que hacen es contagiarte con desánimo.
No desmayes. Mejor escucha la voz de aquellos que te animan como le dijo Jesús a Jairo: “no temas, solamente cree”.

Consideremos: ¿Piensas que el Señor ya no escucha tu oración y que no eres digno de ser escuchado por el Señor porque otras personas te desanimaron?
¿Perdiste la fe y te conformaste sin recibir tu milagro porque alguien te convenció que Jesús nunca te escuchará?

Que el Señor te dé una fe atrevida, para que nunca pares de orar con ruegos y súplicas al Señor hasta ver tu milagro.

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