Hogares De Pacto Devocional

Febrero 20: Él Se Compadece De Tus Lágrimas. Lucas 7


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Lucas 7:
11 Aconteció que, poco después, él fue a la ciudad que se llama Naín. Sus discípulos y una gran multitud lo acompañaban. 12 Cuando llegó cerca de la puerta de la ciudad, he aquí que llevaban a enterrar a un muerto, el único hijo de su madre la cual era viuda. Bastante gente de la ciudad la acompañaba. 13 Y cuando el Señor la vio, se compadeció de ella y le dijo: —No llores.
14 Luego se acercó y tocó el féretro, y los que lo llevaban se detuvieron. Entonces le dijo: —Joven, a ti te digo: ¡Levántate!
15 Entonces el que había muerto se sentó y comenzó a hablar. Y Jesús lo entregó a su madre. 16 El temor se apoderó de todos, y glorificaban a Dios diciendo: —¡Un gran profeta se ha levantado entre nosotros! ¡Dios ha visitado a su pueblo!
17 Y esto que se decía de él se difundió por toda Judea y por toda la tierra de alrededor.


Este acontecimiento del maravilloso milagro del Señor resucitando al hijo de la viuda de Naín se encuentra solamente en este evangelio, Lucas hace un recuento detallado de este milagro. 
La viuda era una mujer muy querida en su comunidad pero que sufría otro dolor porque ya había perdido a su esposo y después también pierde a su único hijo. Jesús pasaba cerca de la procesión del cuerpo llevado para ser sepultado, y se conmovió al ver llorar a esta mujer. El Señor no le dijo: "no llores", como diciéndole que sea fuerte o por ser indiferente al dolor, sino que le dijo eso porque iba a devolverle la esperanza y la alegría a su vida, devolviéndole a su hijo de la muerte.
Si hay algo grandioso de la cualidad de Dios es que Él es un Dios compasivo y que siente nuestro dolor. 
Él sabe por lo que tú estás pasando. Él conoce tu dolor, tus preocupaciones y tus frustraciones. Créeme que el Señor escuchará tu oración si tú vienes a Él y derramas tus lágrimas, clamando de todo corazón. Él se compadece de tus lágrimas.

Te contaré otra historia: recuerdo a una joven adolescente que tenía su alma herida porque personas malvadas abusaron de su inocencia y además tenía conflictos en su hogar. Esta joven, llena de tristeza, dolor y rabia, ya no quería seguir viviendo pero transformó ese resentimiento en un clamor. Y subiendo hacia el techo de su casa en una noche, miró al firmamento, y en ese momento elevó un clamor, y con sus mejillas bañadas de lágrimas le dijo a Dios que ella quería conocerlo y que le ayudara en ese momento tan difícil.
Tiempo después, ella conoció al Señor, se bautizó, recibió el Espíritu Santo y comenzó a servir al Señor. Después se casó y tuvo hijos, y en cada momento de crisis en su matrimonio o en la crianza de sus hijos, ella lloraba suplicando un milagro ante los pies del Señor y el Señor ha restaurado su matrimonio y le ha dado sabiduría para criar a sus hijos. 
En cada etapa de tu vida, sea adolescente, joven o adulto, sea soltero o casado, en cualquier etapa vas a tener crisis.
Por eso no tengas miedo o vergüenza de llorar delante de Dios, pues Jesús dijo: "bienaventurados los que lloran porque ellos serán consolados y ellos reirán.”

Que el Señor escuche tu oración y enjugue tus lágrimas.

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Hogares De Pacto DevocionalBy PODERcaster. Eduardo Rodríguez