Quienes le conocían coincidían al subrayar que nadie ha tenido tanta pasión por el golf como él. Gene Siller era un tipo con talento. Nunca sería Tiger Woods, pero tampoco lo pretendió. Jugó desde joven y llegó a labrarse una carrera en Estados Unidos, el gran escaparate del golf mundial. La gente le reconocía allí por donde iba por su carisma y por el juego elegante que practicaba. Pero la muerte lo encontró en el hoyo incorrecto.