Cuando el Señor nos da un don, después no nos lo quita. Es igual cuando llama, después no anula Su llamada. Los regalos e invitaciones de Dios son irrevocables.
Cuando el Señor nos da un don, después no nos lo quita. Es igual cuando llama, después no anula Su llamada. Los regalos e invitaciones de Dios son irrevocables.