En este episodio exploramos por qué las imperfecciones y los momentos auténticos crean conexiones más profundas que la perfección pulida. Analizamos cómo un tropiezo en una charla TED, la confesión de un barista novato o un email con una disculpa sincera pueden ser más memorables que cien presentaciones impecables.
Reflexionamos sobre nuestra naturaleza humana que valora la vulnerabilidad genuina por encima de la ejecución perfecta. Una invitación a dejar de perseguir la perfección y atrevernos a ser reales, reconociendo que lo que la gente busca no es nuestra perfección, sino ver en nosotros el reflejo de su propia humanidad.