El perdonar abre espacio para las cosas buenas —la gracia, el amor y la bondad de Dios— fluyen libremente. Hacerlo es bueno para nosotros y para los que nos rodean.
El perdonar abre espacio para las cosas buenas —la gracia, el amor y la bondad de Dios— fluyen libremente. Hacerlo es bueno para nosotros y para los que nos rodean.