¿Te ha pasado que lo que antes te hacía llorar de gratitud hoy te parece “normal”? Partimos de esa paradoja —la miel que deja de saber dulce— para explorar por qué el problema no es el panal sino el paladar. Hablamos de contentamiento con perspectiva, del peligro de “olvidar cuando el plato está lleno”, y de cómo volver a saborear: mirar al Dador antes que al inventario, practicar gratitud concreta, tratar el matrimonio, los hijos y el trabajo como milagros y volver a la mesa de la Palabra para que el Espíritu renueve los sentidos. Descubre pasos sencillos para reencender el primer amor y que la cruz vuelva a endulzar el alma.